El Oído de la Cultura


Por Jorge Roberto Herrán Silva

Durante los inicios de la humanidad, el concepto de la comunicación estaba limitado estrictamente al oido y el habla, siendo que la escritura y lectura estaba reservada únicamente a unos cuantos y en constante evolución. Si bien esto es algo que a nadie sorprende, pocas veces nos ponemos a pensar en el impacto que esto tuvo en nuestro desarrollo como humanidad. Todo conocimiento, así como creencias e ideologías por los primeros miles de años de la humanidad, eran impartidos estrictamente de manera oral. Gracias a la modernidad de los últimos milenios, cuando pensamos en conocimiento, nos limitamos estrictamente en aquello que se aprende por medio de la lectura y la escritura. Mas no caemos en cuenta que esto significa que entonces, cuando surgieron las primera civilizaciones y culturas, estas se dieron gracias exclusivamente al oído. Por lo que una persona sorda, en aquel tiempo, era efectivamente incapaz de aprender a ser parte de la sociedad.

Ritos religiosos y música surgen también del oído. Ritmos y estilos que pueden fácilmente identificar a una cultura se vuelven parte de la identidad de las personas. Incluso, antes de desarrollar un vocabulario completo, un niño es capaz de realizar conexiones interpersonales por medio de la música. Toda religión surge, no de los textos, sino de la palabra hablada. Era responsabilidad del profeta, ser el equivalente a un libro humano dedicado a educar y propagar su conocimiento religioso por medio de congregaciones habladas. El máximo ejemplo de esto es, por ejemplo, La Torre de Babel. La capacidad de inmortalizar un conocimiento en texto era un lujo. Era solamente hasta que estos mensajes y conocimientos obtenían suficiente relevancia, que eran inmortalizados en textos.

Cuando surge la imprenta, a finales del siglo XV, muchos eruditos rápidamente entendieron la importancia de este avance tecnológico y se encargaron de comenzar a recopilar conocimientos y tradiciones orales en textos. La preservación de ideas, conocimientos y culturas dejó de ser un privilegio para aquellos en poder y rápidamente se volvió un fenómeno que permitió la viralización de las culturas humanas. Esto nos lleva a una siguiente cuestión a resolver: ¿Cuánto conocimiento ha sido perdido debido a la superioridad tecnológica de aquellos que decidieron que algo no debía ser preservado?

Un ejemplo sencillo de esto es durante las conquistas de América. Tras la caída del Imperio Azteca, la gran mayoría de sus textos fueron perdidos y reemplazados por la superioridad alfabeta de los españoles, los cuales ya contaban con la imprenta, llevada por el religioso Juan de Zumárraga. Gracias a esto, el proceso de destrucción y prohibición de la escritura azteca y mexica, así como de la lengua, generó que solamente fracciones de conocimiento llegaran al presente.

Hoy, el oído sigue siendo el pilar de la cultura, por más que lo ignoremos. Nuestras expresiones, emociones y sentimientos son primero percibidas con el oído antes de pasar a textos o videos. Frecuentemente olvidamos que el alfabetismo es un avance tecnológico y que el hábitat natural del lenguaje yace en el sonido. Estamos hechos para percibir, sentir y escuchar el mundo que nos rodea.

Esta entrada se basa en el trabajo de Walter J. Ong, profesor, historiador y filosofo estadounidense, el cual se puede encontrar en su libro Orality and Literacy.