El caso Beethoven


Por Ivany Marcela Román Méndez

En el mundo existe un sinfín de personas con distintas discapacidades: corredores y basquetbolistas con discapacidades físicas, fotógrafos con discapacidades visuales, artistas con discapacidades auditivas, etc. que no se rinden y, a pesar de ello, siguen haciendo lo que más les apasiona, porque tener una discapacidad no es un impedimento ni refiere a un imposible, solo es cuestión de un esfuerzo extra, un poco más de sacrificio que será recompensado y valdrá la pena. 

No es tan complicado pensar en personas con alguna discapacidad. En lo que a mi persona respecta al pensar en alguien con alguna discapacidad, no puedo no hacerlo del gran pianista y director de orquesta, Beethoven, quien a sus 24 años de edad comenzó con una sordera del mecanismo de conducción otosclerosis con fijación del estribo la cual se fue haciendo progresiva hasta llegar a su fijación total cuando tenía 35 años (Revista Liber, 2021). 

Es bien sabido que el instrumento estrella de este gran artista, era el piano, su fiel compañero que, a pesar de estar siempre juntos, no podía escucharlo, pero sí sentirlo. A pesar de su condición, Beethoven jamás dejó de seguir viviendo ni de hacer las cosas que disfrutaba hacer. Para él, la vida seguía teniendo valor y no pararía de componer, pues fue fiel creyente de que su música lo iba a salvar. 

“El instrumento de Beethoven por excelencia era el piano, así que siguió componiendo con él con ayuda de varios dispositivos añadidos para amplificar el sonido y poder “sentir” cuando lo tocaba logrando tener una experiencia física de su música.” – (William Márquez, 2020). 

 Si bien la discapacidad de Beethoven pudo causarle algunos conflictos sociales y personales, también aumentó su interés por seguir indagando en el gran talento que tenía y la manera de no dejar de practicarlo llevándolo a ser un gran compositor, pianista y director de orquesta conocido mundialmente. Así que quizás no podía escuchar lo que lograba conseguir con lo que creaba y componía, pero esto no quita el hecho de que en su mente, todo lo imaginaba y, para él, eso bastaba. 

“De espaldas al público, Beethoven dirigió a los músicos con una pasión desenfrenada, sacudiendo su cuerpo y agitando sus brazos al compás de la música. Tan ensimismado estaba que, al final de la pieza, continuó gesticulando hasta que una de las solistas se le acercó y le dio la vuelta para que pudiera ver los estruendosos aplausos que no podía escuchar”. – (BBC News Mundo, 2020). 

Conocer la grandiosa historia de este gran compositor es de suma inspiración para muchos, incluyendo personas con o sin discapacidad alguna. Es todo un ejemplo de vida y de gran enseñanza el comprender y conocer cómo, a pesar de existir alguna discapacidad en alguna persona, ésta no influye en los sueños que se tengan, en cómo el impulso creativo y el realmente querer lograr las cosas, es posible e imponente frente a cualquier obstáculo que se pueda presentar.